Fue alrededor del año 747 a.C. que los babilonios comenzaron a ser capaces de predecir eclipses, incluyéndolos en el calendario. La Era Nabonassar, que comenzó en el año 747 a.C., adoptó el año con 365 días como medio y convención para registrar y predecir fenómenos astronómicos (como eclipses, por ejemplo) con precisión, continuidad y consistencia. El 26 de febrero (747 a.C.) marca el comienzo de una nueva era.
Lo que se inauguró no fue exactamente un calendario civil, sinó una manera de estudiar los fenómenos celestes, el calendario solar tenia más precisión que los calendarios lunarios de uso común. Sin embargo, este cambió es de la mayor importancia en la historia cosmológica, tanto astronómica como astrológica mundial, lo que es de un valor incalculable.
Los babilonios desarrollaron una comprensión bastante avanzada de los ciclos lunares y solares, siendo capaces de predecir con precisión los eclipses lunares y, hasta cierto punto, los eclipses solares. También sabían que el eclipse lunar ocurre 2 semanas antes o después de los eclipses solares. Los eclipses lunares son más fáciles de predecir porque ocurren cuando la Tierra está posicionada entre el Sol y la Luna, y la sombra de la Tierra cubre la Luna. Dado que estos eventos son visibles desde cualquier lugar de la Tierra, basta con conocer el ciclo de la Luna y las posiciones relativas de la Tierra y el Sol para predecir cuándo ocurrirán.
Según los antiguos, los eclipses eran eventos negativos. Se traducían en tragedias, y a menudo predecían el fin, ya fuera de vidas, reinados. Se esperaban acontecimientos trágicos, situaciones inestables, otras veces definitivas, cambios repentinos. Es cierto que los eclipses marcan una ventana de incertidumbre e inquietud. En épocas más arduas y crueles, su peso naturalmente adquirió mayores proporciones.
No hay como ocultar la verdad: hay una luminaria que se cubre, que está oscurecida, y tanto el Sol como la Luna son nucleares a nuestra percepción, sensibilidad y conciencia. Es cierto que existe la posibilidad de abrir nuevas perspectivas, fases, capítulos, al límite se pueden inaugurar nuevas eras y paradigmas, marcando el antes y el después con una revolución decisiva, si el eclipse es solar.
Si el eclipse es lunar, corresponde a una Luna Llena (con esteroides, como se suele decir), aportando a los eventos un componente más subjetivo, culminante y de menor impacto y durabilidad que con un Eclipse Solar.
De una forma u otra, los eclipses aceleran la ocurrencia de eventos, algunos fuera de nuestro control, otros en nuestro interior, menos definidos.